▒ ▓.Mi VoZ, Tu iNsEgUrIdAd!!▓ ▒: agosto 2007

VIRGEN POR MALA CUEVA

Mujer de 33 años declara: "no quiero morir asi"
por:Veronica Torres Salazar

Es periodista de un ministerio y ha pedido cambiar su nombre. ¿La razón? Tiene miedo de las burlas: es virgen a los 33 años, nunca ha pololeado, tampoco le han dicho te quiero y sólo una vez le dieron un beso. Ella piensa que esto le pasa porque es insegura y fea. Los hombres que le gustan son siempre los más guapos y jamás se atreve a hablarles. Por eso, se quita las ganas viendo películas eróticas e imaginando que un tipo se lo hace en la ducha. Esta es la ardiente historia de una vida sin sexo.

Unos labios carnosos se proyectan en una pantalla gigante. Beatriz Hermosilla (nombre supuesto) los mira fijamente y toma un sorbo de cerveza. Tiene los ojos azules, usa chasquilla y su piel es blanca. Viste pantalones anchos y un chaleco rojo. Dice que está feliz porque ha bajado de peso. Cuando estaba en la universidad llegó a los 86 kilos. Comía pan con huevo a mitad de la noche, escuchaba música y veía tele. La vida para ella no tenía otro incentivo.
Hoy es viernes 6 de julio y estamos en el Club Miel. Beatriz me trajo hasta acá porque quería conocerlo. Yo, en cambio, quería comprobar que tan mal le iba con los hombres. Pero acá es imposible. Casi todos son gays de pantalones apretados, que se besan sin tregua. Beatriz los mira y vuelve a fijar la vista en la pantalla gigante. Ahora una mujer rubia, escotada, mueve la mercancía con soltura. A Beatriz le encantaría ser así de segura, pero no le gusta su cuerpo ni tampoco su cara. Dice que es cachetona y que odia sus ojeras.
-Yo caché que no era tan bonita cuando tenía 7 años y mis compañeros del colegio hicieron un juego en el que venían con una jeringa y mojaban a la niña que les gustaba, pero yo salí SECA de la huea. Desde ahí que estoy convencida que tengo mala pata. Porque cuando vai a una discoteca y pasai toda la noche bailando con tu hermano porque ni un hueón es capaz de sacarte a bailar, te sentís fea y te juro, yo he pasado por todas: me he quedado callada porque pienso que tal vez a los hombres no les gustan las minas que se ríen, he hablado para demostrar que tengo personalidad, me he pintado más que Pamela Anderson, he sido natural, he andado con el pelo liso, crespo, corto y tomado. Me he teñido rubia, colorina y nada, NO ME MIRAN.
Beatriz se contornea con una canción de Britney Spears. Un ventilador le llega justo a la cara. Su pelo vuela. A veces, ella no entiende por qué le pasa todo esto. Pero, entonces, recuerda la historia de su tía más bonita: una señora neurótica, que se quedó solterona y al final de sus días se metió con un tipo a la mala, tuvo un hijo y se murió de cáncer. Beatriz toma otro sorbo de cerveza y reconoce que lo de su tía le da esperanza, porque si la más bonita tuvo esa suerte a lo mejor ella no esta perdida.
En las murallas del club hay unos afiches que anuncian una fiesta de vampiros. Beatriz me había contado que esas son sus películas favoritas.
-Me gusta ver cuando el vampiro le chupa el cuello a la mina pechugona. Lo encuentro excitante, cachay. Desde que era chica y veía esas escenas yo sentía que algo latía, pero no era mi corazón.
Notó ganosa a Beatriz, entonces, le hago el comentario y ella responde que cuando sale con sus amigos y se pasa de copas y la noche avanza y tienen onda, piensa que si se lo pidieran al tiro diría que bueno. Luego, confiesa que cuando vivía con sus papás y tenía cable, programaba I SAT y se ponía a ver películas eróticas. Le gustaban unas francesas llamadas ‘Emmanuelle 5, la seducción’.
-Yo con esas era feliz. Me hacía unas dos o tres pajas por noche y después, dormía de corrido. Ahora que no tengo estímulo visual, porque ya no tengo cable, pienso en un hueón encima mío, en la ducha, por atrás, en la cocina, 69 y todas las posiciones imaginables. Y con eso bu’, pa’.
Beatriz va a dejar su chaqueta a la guardarropía. Se demora un rato. Se demora aún más. ¿Se habrá perdido? El lugar es grande y voy buscarla. De repente, la encuentro bailando con una mujer que viste terno y usa lentes. Es una extraña mezcla entre Sandro y Elvis Presley. Tiene cachirulos. Tiene 18 años. Beatriz regresa cuando la chica la deja botada. Me dice que se fue porque le contó que era heterosexual. Beatriz dice que es la primera vez que baila con una lesbiana. Le pregunto si le gustó la experiencia y si alguna vez ha pensado en cambiarse de bando.
-Sabís lo que pasa es que las minas tenemos algo como suave y a mi me gusta la fortaleza que tienen los hombres, me gustan los hueones masculinos como el George Clooney y el Russell Crow. Me encanta verlos cuando se sacan la polera, o cuando pelean y se sacan la cresta. Me gustan los hueones machos que son pura testosterona. Ahí me baja el instinto animal y digo ‘ese hueón quiero que me cubra’.

PA’ LA HOUSE

Los papás de Beatriz nunca le hablaron de sexo. Ella se enteró porque sus compañeros del colegio le contaron que el hombre tenía una ‘cuestión’ que le metía a la mujer. Pero Beatriz creía que nada de eso era posible. Tenía una duda legítima: jamás había visto la famosa ‘cuestión’. Hasta que un día su mamá le pidió un favor.
- ‘Quería que la ayudara a cambiarle los pañales a mi hermano chico. Yo recién había comido tallarines con vienesa, entonces, le dije: ‘¡mira, se parece a lo que tiene él!’.
La mamá le pegó un coscacho y le prohibió repetir semejante estupidez. Beatriz hizo caso, pero las escenas eróticas de las películas pudieron más. Estaba en octavo básico y todas sus amigas tenían la misma curiosidad. Se fijaban en las posiciones sexuales y en lo recreos hojeaban Playboys para calcular el tamaño óptimo de las pechugas. Beatriz estaba en un liceo que es sólo de niñas, y para conocer hombres tenía que participar en actividades extra programáticas. Algunas de sus amigas se metieron a catequesis y salieron pololeando. Beatriz perdió la oportunidad porque era atea y no se atrevía a hablar con los hombres.
-Para mí el gallo del que uno se enamoraba era un semi dios y no le hablaba porque me latía tanto el corazón que decía puras leseras… La verdad es que pololear en el colegio no era algo prioritario porque yo decía ‘en la U voy a tener miles de compañeros’ y fue así, me hice hartos amigos, los trataba de hueón pa’ acá, de hueón pa’ alla, salíamos a chupar, a volarnos… Me solté tanto con los hombres que empecé a comportarme y a verme como uno. No usaba pintura, siempre andaba con una cola, con jeans anchos y unos sweaters tejidos por mí. Era la antitesis de la coquetería y ningún hueón me pescaba, o sea me pescaban, pero para que les soplara en las pruebas’.
En los ratos de ocio, a los compañeros de Beatriz les gustaba ponerles notas a las minas ricas. ¿La modalidad? Todos se ubicaban al lado de la cafetería y esperaban a que pasara una compañera para levantar un cartel con el veredicto. Por lógica, las rubias y las pechugonas recibían siete. El resto era un enigma. Beatriz acostumbraba a mirar el espectáculo de lejos, pero un día sintió el impulso de averiguar si era tan fea como pensaba, o tal vez se trataba de una equivocación.
-Caminé hacia ellos y no me pusieron ni un 4 ni un 3. Simplemente, escribieron grande y con mayúscula: ‘PA’ LA HOUSE’. Ahí dije ‘Oh, my got, parece que tengo que reconsiderar mi look’.
Beatriz se soltó la cola y empezó a peinarse para el lado, al estilo Bon Jovi. Comenzó a ir a todas las fiestas, a todas las peñas, e incluso participó de la federación de estudiantes. Su universidad ofrecía varias ingenierías y estaba repleta de hombres. Beatriz creía que alguno tendría que caer. Sobre todo porque sus amigas ya llevaban tres o cuatro tipos en el cuerpo. Pero recién en tercer año de periodismo algo sucedió. Estaba en la casa de un compañero, furiosa porque no podían bajar un documento de Internet, hasta que él lo logró. Beatriz se puso tan contenta que le dio un beso en el cuello y el tipo le respondió con otro beso, pero en la boca.
-Yo me asusté y me fui para atrás y el compadre no insistió. Años después, salimos y él me dijo que se había sentido súper mal porque yo lo había rechazado y yo le explique que lo lamentaba, pero que era súper pendeja. Entonces, me besó y yo pensé ‘oh, es mi primer beso y no se me sale el corazón por la boca’, ‘¿donde chucha se pone la lengua?, ‘¿espero que él la meta?’, ‘¿qué hago con mis dientes?’…
Cuando el beso terminó el compañero le reclamó que lo había mordido. Entonces, Beatriz decidió olvidarse del amor y dedicarse 100% al trabajo. Le fue tan bien que la enviaron en una delegación a Europa. Apenas llegó al aeropuerto, Beatriz le echó un vistazo a los hombres del grupo: todos eran viejos y estrenaban peluquín. Beatriz se desilusionó. Guardaba la secreta esperanza de conocer a alguien. Pero justo cuando comenzaba a lamentarse un economista, alto, de pelo castaño, inteligente, socialista, soltero y ateo apareció. Beatriz cerró la boca para no generar sospechas: se había enamorado por primera vez.
Los días siguientes, Beatriz sólo quería llamar la atención del economista y cada vez que salían a comer, ella se sentaba a su lado y le contaba chistes intelectuales. Decía: ‘¿cuál es la diferencia entre la ignorancia y la indiferencia? No lo sé y no me importa’. Beatriz tenía pieza al lado de su amado y le gustaba imaginar que él venía de noche y le pedía que pasara de todo. Otras veces caminaba en pijamas tocando con sus manos la pared que los dividía. En ese tiempo, usaba unas botas con taco alto y una tarde que había caminado mucho le vino un fuerte dolor. Entonces, puso sus pies arriba de una silla para descansar y ÉL se acercó.
-Me preguntó porque me dolían los pies y yo le dije ‘es que ando con estas botas como de KISS’ y me dijo ‘¿y puedes sacar la lengua como el de KISS?’ y le respondí ‘ah, bueno eso habría que probarlo’…
El economista la miro feo y no le habló hasta que fueron en grupo a una salsoteca, y la invitó a bailar. Beatriz estaba feliz, pero a la segunda canción, una rubia de metro ochenta, que vestía minifalda, comenzó a menearse cerca de su pareja y Beatriz fue desechada.
-Nunca he pololeado porque me gustan gallos inalcanzables que se pueden regodear, entonces, tengo el síndrome que yo denomino FANTASMA DE LA ÓPERA porque el fantasma era el hueón más feo y siempre le gustaba la mina más bonita. Y yo me siento como la hueona más fea, más fome, más insegura y tímida del mundo. Me da vergüenza coquetearle a un hueón porque pienso que él piensa ‘que se cree esta hueona que me esta tirando los cagados, acaso no se ha visto al espejo, si es más fea que el pecado mortal’.

LA HORRIBLE CORONITA

En el año 2002, a su la falta de sexo Beatriz le agregó su falta de trabajo. Quedo cesante de golpe y se deprimió tanto que comenzó a frecuentar a un psicólogo. Necesitaba que alguien la ayudara a superar su inseguridad. Beatriz le explicó que estaba ahí para que le dijera, específicamente, por qué chucha le iba tan mal con los hombres. Ella esperaba respuestas como ‘no te pintas, usas ropa fea y pareces bibliotecaria’. Pero el psicólogo le advirtió que la terapia era más complicada que eso.
-Dime ¿cuál fue tu primer pololo?, ¿cuál fue tu primer beso?, ¿cuántas veces has tirado?, le dijo él.
-Eh, nada, cero, soy una pizarra en blanco.
El psicólogo la miró a través de sus lentes poto de botella y ella se vio en el reflejo.
-¿Por qué quieres tener pareja?
- Porque cuando me invitan a comidas van todos emparejados y yo soy la única sola y terminó sentada con los cabros chicos.
-Y si tú vivieras en un mundo al revés donde tener pareja fuera reprobable ¿la tendrías?
La mente de Beatriz se quedó en blanco, pero la de su psicólogo no: estaba sudoroso y sus ojos parecían dos huevos fritos.
- Cuéntame, ¿TÚ TEEE EXCITASSSSS?, ¿TEEE MASTURBASSS?, ¿CUÁLESSS SON TUS FANTASÍASSS SEXUALESSS?
Beatriz no podía creerlo: pagaba por ayuda y se encontraba con un depravado. Salió aterrada de la consulta y desde entonces decidió guardar el secreto.
-A mí me da vergüenza que la gente sepa de mi virginidad porque pueden pensar que soy rara, o que a lo mejor era hombre y hace dos años que soy mujer, o que soy Opus Dei cuando soy atea. Entonces, para no predisponerlos no lo digo. Aunque tampoco creo que una persona valga más o menos porque sea o no sea virgen. Al final nadie anda diciendo: ‘hola, me he acostado con 37 hueones’.
Algunas noches Beatriz se desvela, escucha música romántica y llora. Otras veces, cuando ve a sus amigas felices y enamoradas siente envidia. No puede evitarlo su dolor la supera.
-Una vez vi un documental donde un arqueólogo encontraba el cadáver momificado de una mujer que por sus huesos debió haber sido muy joven. Lo extraño era que estaba enterrada con una coronita y el arqueólogo decía que eso significaba que cuando murió era virgen. Y esa cuestión, siempre me ha hecho eco en la cabeza y pienso que cuando me entierren no quiero usar esa coronita y por eso, lloró, porque no me quiero morir virgen. Eso sí que me daría mucha pena. O sea, todo el mundo conoció a alguien menos yo. Pero igual después pienso que no soy tan vieja y tal vez de aquí a un año estoy embarazada.
Para nadie es fácil entender el caso de Beatriz. Ni siquiera para sus amigas. Paty es una de ellas y tiene su propia hipótesis.
-Yo creo que su drama es que tiene miedo al rechazo. Le falta pensar como hombre. Dejar de ser tan romántica y ser más práctica, agarrarse al hueón y chao con el amor. Pero no, ella está esperando a alguien que le guste y siempre son gallos imposibles, como su jefe que estaba casado.
Beatriz está conciente que el príncipe azul no existe, pero tampoco está dispuesta a encamarse con cualquiera. Así lo demostró el año pasado, para la noche de Halloween, cuando sus amigas le organizaron una cita a ciegas con un curagüilla que sólo le decía: ‘toma pisquito, pisquito’.
-Me dio ene rabia porque el tipo quería agarrarme en el auto. Yo creo que mis amigas le contaron, entonces, él debe haber pensado ‘esta hueona está que corta las huinchas’ y el hueón era súper feo, pero todos me decían ‘si está súper bien pa’ ti’. Al final era una ofensa porque yo pienso que uno tiene que ser fiel a sí mismo. Yo también puedo ir, pagarle 40 lucas a un vedetto y quitarme las ganas, pero todavía no soy tan descarnada con la hueá. Tampoco quiero fuegos artificiales, pero sí quiero hacerlo con alguien que me gusté y que yo le gusté y que cuando estemos juntos, yo sienta que al menos por esa noche él no quiere estar con ninguna otra hueona más que conmigo.
Beatriz se ha propuesto perder su virginidad antes de fin de año y para conocer hombres se ha metido a cursos de guitarra y de canto. También está haciendo dieta y le pidió a una amiga que le tomara fotos empelota para registrar los avances. Hace tres meses, dejó de vivir con sus padres y ahora se pasea desnuda por su departamento. Beatriz cree que eso la puede ayudar a tener seguridad cuando llegué la hora.
-Me gustaría que mi primera vez fuera en una cama, me da lo mismo la hora del día. Lo único que quiero es sentir que al hueón no lo paré nadie, que el hueón esa noche me lo meta sí o sí. Ni siquiera tengo planificado decirle ‘oye, ten cuidado que es mi primera vez’ No… ¡que se tire no más! Aunque igual me da miedo no ser lo suficientemente elástica y que la huea me duela y empezar a gritar ‘¡sácamela, sácamela!’ y también me da miedo que me diga que se la chupe y que la huea huela mal y vomité ahí mismo.
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Solo me resta decir... esta mujer no quiere ser una promiscua cualquiera!!!!

excelente columna, (o lo que sea) del Periodico "THE CLINIC".

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martes, agosto 28, 2007

Con cariño para mi perrin!!! PABLITO!!!!1

domingo, agosto 26, 2007

La Kary me la pego!!!!

lunes, agosto 20, 2007

Recuerdo.....

martes, agosto 14, 2007

Festejo!!!!!!

domingo, agosto 12, 2007

Carretito del Reencuentro!!!!

Historia de una mujer con sentimientos......(Prublicada por The Clinic)

sábado, agosto 11, 2007

LEJOS DE AQUI

martes, agosto 07, 2007

CAMPAÑA A CONSIDERAR!!!!!